miércoles, 16 de marzo de 2016

¿Cómo pueden creer que la conocen?

¿Cómo pueden creer que la conocen? ¿Cómo?
Si el único color que ven es el de sus labios y uñas,
si sólo distinguen uno en sus ojos,
si obvian todos los matices que yo ya conozco y ella aún trata de descifrar.

¿Cómo pueden creer que la conocen?
Si no la han visto escribir de noche y entre una nube de humo oírla expirar,
si su hombro aún sigue seco de frustraciones y exigencias,
heridas de esas que cuenta que nunca consiguió sanar,
y pena y ruido y errores y ausencias,
y sueños de esos que sólo ella piensa que no puede alcanzar.

¿Cómo pueden creer que la conocen?
Si no entienden que la vida se le antoje un paréntesis entre la nada y la nada,
si no la vieron quebrarse hablando de sus miedos,
si no la vieron brillar más que cualquier amanecer recién levantada,
si no la quieren dejar volar,
si no les endulzó la vida sólo con la punta de sus dedos.

¿Cómo pueden creer que la conocen?
si no saben por qué llora,
por qué ríe,
por qué a veces tiembla sin frío,
cómo besa,
cómo duerme,
cómo consigue que lo suyo termine también haciéndose mío.

¿Cómo pueden creer que la conocen?
si no han cruzado ese valle que tiene entre costilla y cadera,
si no vivieron en esa realidad que ella misma a cada paso se construye,
si no la ven renacer con cada primavera,
si no saben por qué brinda,
si no entienden por qué huye,
y no la ven volver sonriendo cada vez como si fuera la primera.

¿Cómo pueden creer que la conocen?
Si no saben qué canciones pone cuando quiere quedarse a vivir entre sus sábanas,
cuando blinda cada poro de su oscura piel,
tanto que a veces hasta sus lunas se vuelven menguantes.

Podría escribirle el cuerpo, si quisiera,
convertir en letra todos los poemas que sus ojos han inspirado,
todas las cosas bonitas que nunca le dijeron (o tal vez nunca quiso oír),
y llenar de verdad y silencios cada centímetro de ella.

Cuando abre bien los ojos,
sueña con ser todo aquello que ya es,
y su propio ego le eclipsa.

Sueña con entenderse,
con mirarse y reconocerse,
con ese futuro incierto con la forma de sus vaqueros favoritos.

Si no les cambió la vida la manera en la que se entrega,
la manera en la que empatiza,
la manera en la que rechaza al mismo tiempo en el que lo pide,
la manera en la que desea al mismo tiempo que maldice,
la manera en la que rehúye mientras busca,
la manera en la que ríe mientras llora, y a veces mientras llora, ríe,

¿Cómo pueden creer que la conocen? ¿Cómo?








  

martes, 1 de marzo de 2016

Paz para quienes la desean

Vayámonos
Sálvame de esta rutina, de este estable malestar
Duéleme, vuelve a hacerme sentir viva, quiéreme mal
Quiero que te me antojes imposible.

Cógeme, haz conmigo, a ratos, lo que quieras,
grítame cuando me vuelva loca,
vuélveme loca tú.

Inspírame, mátame un poco todos los días,
dame alguien a quien odiar.
Castígame con el delirio de tu ausencia siempre que me lo merezca,
enséñame,
que antes de ti nadie supo cómo y cuánto puedo y quiero.

Pon mi vida patas arriba,
rompe esta calma que cala mucho más que cualquier tormenta.

Que aquello por lo que antes pedía a ese nadie de allá arriba
por las noches está acabando conmigo,
maldita la estabilidad que me ahoga y esta trabajada no infelicidad.

A penas sé ni qué escribir.
A penas sé por qué llorar.

Supongo que por ese irracional deseo,
que a todos nos persigue,
de ansiar aquello que no podemos tener.

Quise,
quise mucho y no precisamente bien.

Tal vez amé desde el pretérito con el que se conjuga lo que uno pierde sin querer.

Después odié,
odié más de lo que seguramente era justo,
más de lo que seguramente era sano,
quizás, precisamente, para ahuyentar ese vacío que todo lo llena de nada.

Que por errar deseando no desear más de la cuenta,
hoy me veo escribiéndole a nadie,
implorando a ese ateo cielo al que a veces sin querer recurro,
pidiendo a gritos que me devuelva aquello que un día casi termina conmigo:

Si no tienes a nadie a quien odiar, terminas odiándote a ti mismo.



jueves, 26 de noviembre de 2015

Como siguen las cosas que no tienen mucho sentido

Bendita seas.
Bendito el caos con el que envuelves mi vida hasta donde alcanza mi memoria. Bendito el desorden que te caracteriza - bendito tu desordenado cuarto, bendita tu desordenada letra, benditos tus desordenados pensamientos. 
Benditas tus uñas mal pintadas y bendito tu pelo sin peinar. Benditos tus cambios de humor y bendito tu escepticismo. Y benditas tus contradicciones. 
Bendita tu risa alta y sonora, bendita la ausencia de tu vergüenza. Benditos tus labios rojos y las manchas de carmín en los bordes de cada vaso y en todo aquel que conoce el caos del que hablo de primera mano. O de primera lengua.
Bendita tu torpeza. Bendita tu gracia para caer y hacer como si no pasara nada - entiendan que jamás me referí a lo físico.
Bendito el verde que diluye el café de tus ojos cuando lloras y te quitas 10 años de encima. Bendita la inocencia con la que pides perdón.
Benditas tus mentiras piadosas. Y benditas tus convicciones. Bendita tu manera de luchar contra todo y todos.
Bendita tu arrogancia y bendita tu pública y falsa modestia.
Bendita tu música y tu manera de bailar. Benditas tus caderas quietas y en movimiento.
Benditos tus complejos y tu manera de tirar el humo del cigarro. Bendita tu forma de beber cerveza.
Benditas tus heridas y tus miedos -de tus más oscuros demonios siempre nacieron tus mejores versos, y bendita seas cuando no te dejas hacer.
Benditos tus abrazos y la mano con la que acaricias.
Bendito ese bienquerer con el que bendices a todo aquel que te tiene. Y benditos tus desamores.
Benditas las casualidades con las que juegas. Y bendita primavera aquella.
Bendito todo aquello que a penas sin querer, haces completamente tuyo.
Bendito ese maldito orgullo con el que te cierras puertas. Bendito ese ingenio con el que siempre encuentras alguna ventana. Y bendito ese arte para que nunca sea culpa tuya.
Bendita la razón con la que justificas todas tus locuras.
Bendita seas porque eres como todo el mundo pero mucho más especial. Bendita seas cuando intentas pasar desapercibida mientras destacas entre la multitud. Y bendita seas cuando haces como que no te das cuenta.
Bendita tú. Enterita y de arriba a bajo. Bendito lo que te gusta de ti y lo que no. Y bendita la inseguridad con la que caminas y consigues que la gente se gire a mirarte cuando has pasado. Bendita la seguridad que intentas no transmitir.
Bendita porque no eres de este mundo. Porque esos ojos no pueden ser de este mundo. Y bendita esa sonrisa. Y bendita la banalidad con la que tratas todo lo que el resto de mortales vemos y tú miras más allá. 
Bendita seas por existir, por aspirar, por soñar mucho más allá de lo que escribes, por decir tanto y sonar aún más alto cuando callas. 
Aunque de bendita tengas poco. O prácticamente nada. 
Tal vez he vuelto a hacerlo mal.
Bendito sea, en cualquier caso, Darío y su divino tesoro; jamás dejes de desordenar mi vida con el caos de los problemas. 
Amén.